En el 2000, el CEO de Blockbuster, John Antioco, rechazó el negocio de su vida: la posibilidad de trabajar en un nuevo modelo de negocio en torno al alquiler de videos de manera totalmente online. El ejecutivo le dio un no rotundo al fundador de Netflix, Reed Hastings, cuando éste le indicó la oportunidad de aliarse a nivel empresarial. Lamentablemente, dicha decisión precipitó el cierre a nivel mundial de la famosa cadena de arriendo de videos, arrastrando una deuda de más de 1.000 millones de dólares.
Han pasado más de 20 años de este episodio y el fenómeno del streaming continúa en auge. Incluso, las casas productoras de cine hoy privilegian los estrenos de sus películas de manera totalmente on demand. Sus ejecutivos están conscientes de las grandes sumas de dinero que hay en juego, además de un nuevo tipo de consumidor con menos tiempo, que busca comodidad y que desea el mayor control posible sobre los productos audiovisuales que consume. Netflix es sólo uno de los miles de expositores del streaming como fenómeno cultural y de consumo de masas, compartiendo protagonismo como Spotify, Tik Tok, YouTube, Disney +, Apple TV, HBO GO y Amazon Prime Video, entre otros.
Pero en la vida nada es perfecto y en la actualidad el streaming todavía enfrenta desafíos complejos que tienen relación con la calidad y seguridad de los datos que se transmiten por Internet. En muchos países la transferencia de textos, archivos de música y de video sigue siendo deficiente. Es así que las nuevas tecnologías en torno a la nube, la inteligencia artificial, el blockchain y la utilización de algoritmos se presentan como catalizadores de las nuevas realidades que se están produciendo por medio del streaming. Incluso, desde nuestro sitial de consumidores llegaremos a un momento de la historia en la que estaremos conectados a una web 3.0. Es decir, una red que tendrá una conexión de datos casi perfecta y en donde las máquinas y sistemas informáticos podrán procesar la información de la misma manera que la de los seres humanos.
Lo anterior, sitúa al streaming en una nueva etapa en la que todos seremos creadores de contenidos. Desde el momento en que nos conectemos con una plataforma, ya sea Netflix o Spotify, estas herramientas tecnológicas se anticiparán a lo que necesitamos. Interpretarán y detectarán las necesidades de las cuales quizá ni siquiera somos tan conscientes. Sin embargo, y a pesar de todo lo positivo que conlleva la tecnología, no podemos dejar de lado nuestra humanidad. Esto porque el arte audiovisual es una manifestación que proviene de la máxima exaltación del alma. Por tal motivo, es relevante que seamos capaces de comprender y de asimilar los procesos descritos, y en torno a procesos que son progresivos.
Las plataformas de streaming se están consolidando como nuevos espacios para el desarrollo de nuestras predilecciones. Son puntos de encuentro democráticos y de diálogo con otros, de identificarnos y comunicarnos en torno a nuestras pasiones. No obstante, no podemos permitir que las manifestaciones, por ejemplo, audiovisuales, se transformen en un resultado a partir del mero cálculo o fórmulas.
La vida en streaming nos está dirigiendo hacia nuevas fronteras y posibilidades. Podemos mencionar el live commerce y los juegos en la nube como nuevas herramientas. Además, bastiones como la televisión por cable están comenzando a tambalear ante la irrupción de un streaming que entrega diariamente un sinfín de opciones y formatos. Una encuesta de Cadem reveló que los usuarios prefieren el formato de streaming para ver cine o series. Y desde una perspectiva más personal, reconozco que puedo pasar interminables horas viendo videos, de diverso ámbito, a través de YouTube.
Estamos experimentando una época de cambios tecnológicos nunca antes vista en la historia de la humanidad, pero para que estos nuevos procesos sean efectivos tenemos que ser más conscientes, observadores y analíticos sobre lo que nos está sucediendo. La tecnología siempre será un facilitador de nuestra vida diaria y sólo será exitosa en la medida en que podamos comprender cómo nos cambia.
Cristián Cabezas
Solutions Director, NTT Ltd.
Equipo Prensa
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