• Cada 30 de junio se conmemora el Día Internacional de los Asteroides. No es una efeméride cualquiera: recuerda el misterioso suceso ocurrido en Tunguska, Siberia, en 1908, cuando un objeto celeste explotó en la atmósfera y arrasó más de dos mil kilómetros cuadrados de bosque. Ese impacto, sin dejar cráter visible, fue una llamada de atención silenciosa. Hoy, más de un siglo después, la advertencia sigue vigente.

Pero la humanidad ya no observa el cielo con temor, sino con herramientas que transforman la incertidumbre en conocimiento. Y Chile, con sus cielos privilegiados, es protagonista de este nuevo relato. En lo alto del cerro Pachón, en la Región de Coquimbo, ha comenzado a operar el Observatorio Vera C. Rubin, una de las instalaciones astronómicas más avanzadas del mundo. En apenas diez horas de observación de prueba, este telescopio detectó más de 12.100 asteroides desconocidos, incluidos siete potencialmente cercanos a la Tierra.

¿Cómo es posible tal hazaña? La clave está en su impresionante cámara de 3.200 megapíxeles, la más grande jamás construida, que lleva el nombre de Vera Cooper Rubin, la astrónoma que revolucionó nuestra comprensión del universo al confirmar la existencia de la materia oscura. Bautizar esta cámara en su honor no es solo un homenaje: es una declaración de principios. Como Vera Rubin, esta cámara ve lo que no todos ven y detecta lo que pasa veloz y en silencio por el firmamento.

Cada treinta segundos, este ojo digital toma imágenes de una porción enorme del cielo, tan amplia que sería como mirar simultáneamente decenas de lunas llenas repartidas por el firmamento. Y no lo hace solo para admirar estrellas, sino para seguir el rastro de asteroides, supernovas y otros fenómenos fugaces que podrían pasar desapercibidos. Su misión es proteger, anticipar y entender.

En un tiempo en donde miramos tanto nuestras pantallas, volver la vista al cielo es urgente. No solo por belleza o curiosidad, sino por responsabilidad. La vigilancia del espacio cercano no es ciencia ficción ni paranoia: es previsión. Es cuidar nuestra casa común desde lo más alto.

Este Día Internacional de los Asteroides, invita a recordar que vivimos en un universo dinámico, donde rocas errantes cruzan caminos invisibles. Y que, gracias a la ciencia y al talento humano, estamos mejor preparados para ver venir lo que antes parecía invisible.

Desde Chile, con tecnología de frontera y una cámara que lleva el nombre de una pionera, la humanidad vigila el cielo, ya que proteger la Tierra también comienza por mirar más allá de ella.

En tiempos de cambio climático, tensiones globales y transformaciones tecnológicas, volver la mirada al espacio también es una forma de reconectar con lo esencial: nuestra fragilidad compartida, nuestra capacidad de asombro y la responsabilidad que tenemos con las generaciones futuras.

El cielo no solo nos inspira, sino que también nos recuerda que estamos juntos en esto.

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