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Cuando escuchas: “no quiero ser un empleado toda mi vida”, una idea que nos ha vendido la sociedad moderna para impulsarte a emprender, pero sin contarte sus costos, tienes que saber que si comienzas un proyecto de este tipo, partes con desventaja y una posibilidad de fracaso extremadamente grande.

 

Solo entre 3% y 5% de los emprendimientos en LATAM logra sobrevivir luego de 3 años. No solo está este inconveniente, también te tendrás que desenvolver en un escenario muy hostil, de riesgos inimaginables, tanto en lo económico como en lo emocional.

 

A mí parecer, ser emprendedor es como ser artista. Se tiene talento para ello o no se tiene. No hay más ciencia, no basta con que te compres todos los pinceles posibles y las mejores pinturas y lienzos; eso no te volverá el sucesor de Picasso por mucho que lo intentes. Para mí, se trata de un talento innato, ¿de qué tipo?  Pues a ver:

 

Como emprendedor te va a pasar de todo, pero lo que seguro enfrentarás con más frecuencia es el colmarte de preocupaciones, decepciones, frustraciones, mucha angustia, ansiedad, dolores de cabeza, se te caerá el pelo, dormirás poco, trabajarás mucho, tendrás pocos amigos, no encontrarás tiempo para tu familia, confiarás en gente equivocada, algunos te traicionarán en la primera oportunidad que tengan, y tu teléfono no dejará de sonar (tampoco el WhatsApp o el correo) y no siempre serán buenas noticias.

 

Además de esto, tu reloj no distinguirá si es de día o de noche, no tendrás vacaciones programadas, fines de semana por ley, descansos por salud, comerás mal, soportarás a malos competidores, envidias, incluso sufrirás amenazas, muchas personas intentarán aprovecharse de ti sin que te des cuenta, entre otras dificultades.

 

Y todo esto, durante el largo camino hacia lo que muchos llaman “éxito”, un camino que muchas veces no termina y con un “éxito” que a lo mejor nunca llega.

 

De hecho, el emprendimiento, desde que se inventó la palabra “Startup”, lo han pintado como un buen símbolo, pero está lleno de costos y sacrificios. También debes recordar: que la idea sea tuya, no quiere decir que sea buena o que tus amigos opinen que es excelente per se, no significa que realmente lo sea.

 

Por otro lado, si encuentras el dinero para poner en marcha tu idea, ésta no se transformará inmediatamente en un negocio, puede ser que tengas buenos amigos o simplemente que la cuentes bien. Al mercado le importa muy poco tu esfuerzo, tu dedicación y tus ganas, lo que le importa es lo que te dará el éxito. Tampoco es relevante cuánto dinero puedas captar, eso probablemente solo alargará la agonía.  No olvides que: sin ingresos no hay negocio y los ingresos te los entrega el mercado.

 

Para finalizar, mi conclusión es que ser emprendedor es un arte, y como todo arte se requiere talento, el cuál no se aprende, simplemente va en tu ADN. Solo es cuestión de actitud, enfoque, disciplina y sobre todo es “sin llorar”.

 

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Equipo Prensa
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