Por Pamela Delgado, directora ejecutiva Instituto Milenio en Amoníaco Verde – MIGA

El plan de acción de hidrógeno verde anunciado hace algunas semanas seguramente nos abrirá una serie de alternativas que nos permitirán seguir avanzando en la transición energética. Se trata de un programa con etapas y plazos definidos, que busca establecer las condiciones que permitan el desarrollo de la industria del hidrógeno verde y sus derivados, mediante la definición de estándares ambientales, sociales y laborales, según la información otorgada por el Ejecutivo. 

Paralelamente, los grandes proyectos previstos en las regiones de Antofagasta y Magallanes continúan su desarrollo. En este sentido, el pasado 25 de julio se concretó el ingreso de un nuevo proyecto de producción de amoníaco verde, esta vez en la región de Magallanes, el que marca un hito por tratarse del proyecto de mayor volumen de producción previsto que ha sido ingresado al sistema de evaluación de impacto ambiental. Este proyecto, HNH Energy, es un consorcio compuesto por capitales austriacos y daneses y contempla la producción de cerca de 1,3 millones de toneladas/año de amoníaco verde, lo que en términos de escala equivale a casi cuatro veces el volumen total de amoníaco que se importa actualmente en Chile para su demanda local. 

Estos hitos son buenas noticias para el resto de los proyectos de vectores energéticos que siguen avanzando, ya que aun hay un grado de incertidumbre sobre cómo aplicar la regulación existente respecto a estos nuevos energéticos. En este sentido, continúan los avances en el Ministerio de Energía donde recientemente se lanzó el plan de trabajo regulaciones habilitantes para el desarrollo de la industria de hidrógeno en Chile 2024-2030 lo que refleja un importante avance en cuanto a los compromisos de las medidas del plan de acción de hidrógeno verde. Sin embargo, la siguiente etapa de trabajo, se prevé con grandes desafíos, especialmente en lo relativo a la compatibilidad territorial y ambiental asociada a los proyectos de amoníaco verde. En este punto, uno de los principales temas a discutir debiese concentrarse en determinar si vamos a considerar al amoníaco verde como un combustible o no, y si las instalaciones destinadas a su producción, transporte y uso, serán consideradas infraestructura energética y/o capacidad productiva, ya que se trata de un compuesto con diversas aplicaciones potenciales, las cuales se podrían ver afectadas de acuerdo a cómo decanten estas definiciones, ya que cada opción desencadena una serie de consecuencias regulatorias y prácticas que deben ser debidamente analizadas.

En este escenario de cambios y desarrollo de nuevos energéticos no debemos olvidar que el amoníaco tiene una cadena de valor desarrollada a nivel mundial que opera hace casi 100 años. Sin embargo, sus nuevos usos y aplicaciones nos presentan desafíos importantes en cuanto a la toma de decisiones, por lo que la colaboración entre actores y la apertura de espacios de diálogo para el debate de estos temas se hace clave en el avance del desarrollo de esta industria en Chile.

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