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Dentro de escasos días, comienzan las eliminatorias para el Mundial de Fútbol 2026, un proceso reñido que exhibe una de las características distintivas de nuestro rincón del planeta: el talento futbolero. De este deporte podemos rescatar una lección que nos invita a reconsiderar la manera en que abordamos la búsqueda de aptitudes en otras esferas.

Visualicen un partido en el que todos tienen la ocasión de rematar al arco, en el que cada destreza, al margen de su origen social, tiene la ocasión de deslumbrar. En el campo del fútbol, nuestras naciones atesoran la facultad de hallar aptitudes en los rincones menos esperados. Desde los sectores marginados hasta los más acomodados, el talento se disemina como el rocío de la mañana sobre el césped. Pero, ¿qué sucedería si fuéramos capaces de reproducir este modelo en todas las disciplinas? Imaginen a una joven científica en un rincón relegado, a un pintor prodigioso en una comunidad rural, a un letrado ingeniero en una aldea extraviada. ¿Cuánto desaprovechamos al carecer de un sistema inclusivo que rastree y cultive eficazmente el talento?

La magia del fútbol radica en que cada niño, y afortunadamente cada vez más niñas, con un balón pueden soñar en grande, independientemente de su origen socioeconómico. Sin embargo, ¿por qué circunscribir esta magia al fútbol? Imaginen si cada niña o niño accediera a una educación de calidad, a oportunidades de crecimiento y a mentores inspiradores en cualquier ámbito que anhele explorar. Si bien las cifras actuales sobre desigualdad de oportunidades podrán parecer desalentadoras, la cancha permanece abierta para un juego nuevo que podría ser apasionante.

Al hablar de la captación de talento, estamos abordando el porvenir de nuestra región. El fútbol ha demostrado que invertir en talento diverso y nutrirlo rinde frutos en la cancha. Ahora es el instante de trasladar esta filosofía a las salas de directorio, a las empresas. Es la hora de arrojar la red lo más amplia posible y otorgar a todos la ocasión de mostrar su potencial.

En un mundo donde aclamamos los logros del fútbol latinoamericano, imaginemos el impacto que podríamos lograr si pudiéramos extrapolar esa pasión y compromiso a otras áreas. Es necesario que las empresas, el sector público y el privado confluyan para reformular las reglas del juego en la captación de talento. No podemos permitir que el genio pase inadvertido mientras marcamos goles sólo en la cancha. El terreno de juego es vasto, y todos merecen una oportunidad para brillar.

Francisco Ruiz, director Fundación Forge Chile

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