La capacitación en Inteligencia Artificial (IA) es una responsabilidad ineludible para toda empresa en la actualidad, y es un imperativo que va más allá de la mera adopción de nuevas herramientas tecnológicas. Simon Johnson, el ganador del Premio Nobel de Economía 2024, ha expuesto con claridad tanto los beneficios como los riesgos asociados a la IA. Coincido plenamente con su perspectiva: la hiperautomatización puede desplazar a trabajadores, generando un impacto social y económico nocivo. Sin embargo, un desarrollo responsable de la IA puede elevar la productividad y mejorar la calidad de vida de todos, sin importar su nivel educativo.

Las empresas deben adoptar una planificación estratégica que integre la IA como un motor para alcanzar sus objetivos. La cultura del aprendizaje continuo, la curiosidad y la innovación deben ser el eje central de esta transformación. No se trata sólo de que las áreas tecnológicas lideren este proceso; recursos humanos, finanzas y comercial también deben contar con herramientas de IA que les permitan experimentar y desarrollar soluciones de manera autónoma. La tecnología debe ser un facilitador, no un obstáculo.

Por otro lado, el sector público tiene un papel crucial que desempeñar. No sólo debe regular la IA, sino también establecer mesas técnicas que identifiquen las áreas críticas donde la IA pueda ofrecer soluciones efectivas, como en salud, educación y seguridad. La IA tiene el potencial de transformar nuestra sociedad, pero se requiere voluntad para experimentar y actuar. La responsabilidad es compartida: empresas y gobiernos deben unirse para garantizar que la IA beneficie a todos, creando un futuro inclusivo y próspero.

Rodrigo Prado, experto en Inteligencia Artificial de la Universidad de Columbia

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