Inversión en I+D: la clave del éxito en la reinvención de la industria alimenticia
- Empresas que destinan recursos a investigación y desarrollo pueden utilizar un 35% del monto invertido como crédito tributario contra el Impuesto de Primera Categoría.
- Chile cuenta solamente con 800 empresas que han accedido a este beneficio tributario.
La investigación, la innovación, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, son desafíos que Chile se ha impuesto para convertirse en un referente regional, una vía para alcanzar el tan esquivo desarrollo. Lo cierto es que más allá de las cifras, se trata de un proceso que no sólo favorecerá la economía y el progreso del país, sino que también impactará en la calidad de vida de millones de chilenos.
Para continuar avanzando en esa dirección, desde el año 2008 existe la Ley Investigación y Desarrollo (I+D), cuyo fin es incentivar que empresas incursionen en estas áreas con la garantía de contar con una importante rebaja en sus impuestos. La norma estipula que hasta un 35% del monto invertido en I+D puede ser utilizado como crédito tributario contra el Impuesto de Primera Categoría.
Pablo Terrazas, Vicepresidente Ejecutivo de Corfo, explica que este cuerpo legal ha sido un aporte para potenciar un entorno innovador en el ámbito productivo, facilitando la incorporación de recintos especializados. “Los centros de I+D, que fueron creados bajo el alero de esta ley, han sido un aporte fundamental para acercar la innovación a los distintos sectores empresariales. Es el caso de la industria de los alimentos, donde destacan los establecimientos de CeTA, que se han consolidado como un gran aporte en las macrozonas donde están instalados, permitiendo a nuestros emprendedores y empresas, avanzar y desarrollarse de la mano de la innovación, creando nuevos productos y mejorando su productividad. Estamos muy contentos en Corfo porque el año pasado alcanzamos un récord histórico tanto en la cantidad de empresas como en la cantidad de proyectos y montos certificados con la Ley I+D, lo que indica que hay un interés cada vez más alto en innovar y generar más valor agregado”.
Entre los referentes en el desarrollo de investigación está el Centro Tecnológico para la Innovación Alimentaria (CeTA), una corporación público-privada que busca impulsar esta industria como un pilar del desarrollo económico del país, lo que, entre otras iniciativas, se ha concretado con la implementación de tres Centros de Innovación en zonas estratégicas de Chile. A través de estas instalaciones se busca potenciar la valorización de productos de emprendedores y pymes del rubro alimenticio, aprovechando al máximo materias primas locales, incorporando I+D a los procesos.
María José Bustos, subgerente de Negocios de CeTA, destaca que en su experiencia esta ley se ha constituido en un elemento muy relevante para potenciar la innovación y generar condiciones más adecuadas para dar el salto tecnológico que Chile precisa. Incluso considera que la norma local es más robusta que la de otros países que en la actualidad integran la OCDE. “Es una muy buena ley, a la que le queda mucho espacio para ser aprovechada ya que en la actualidad hay desconocimiento por parte de las empresas que no la han incorporado a su gestión, desaprovechándola. Hay una tarea pendiente por realizar que es fortalecer la difusión para que las empresas, las grandes y las Pymes, entiendan sus posibilidades. A veces piensan que es difícil optar a la ley y la verdad no es así”, puntualiza la ejecutiva.
En este sentido, el desconocimiento provoca que empresas que realizan actividades de I+D no sean conscientes de las oportunidades que pierden, ya que ignoran el alcance de la legislación. En la actualidad, más de 800 empresas gozan de este incentivo tributario y se estima que el número podría ser considerablemente mayor si las empresas estuvieran adecuadamente capacitadas en su uso.
“Lo que busca la ley es que los privados tengan condiciones favorables para generar más investigación. Entonces la empresa tiene que demostrar que está haciendo un desarrollo de I+D, es decir, con complejidad técnica, con incertidumbre tecnológica y, en la medida que lo compruebe, la compañía podrá optar a la rebaja de este 35%. En otras palabras, si una empresa logra demostrar que tiene un proyecto de I+D y tiene un gasto total de 100 millones, entre recursos humanos, entre gastos de operación, subcontratos, inversiones en activos fijos, entre otros, va a poder rebajar 35 millones en sus impuestos”, explica la ejecutiva.
Respecto a la importancia de que el país cuente con una mayor cantidad de centros I+D, María José Bustos detalla que el rol más importante en el ámbito alimenticio es complementar las capacidades de las empresas. Así es posible generar desarrollo con valor agregado, con innovación y con componentes I+D, factores que son altamente apreciados en la industria alimentaria para abastecer el mercado nacional e internacional.
“Si tú quieres ser una empresa innovadora, diferenciarte y generar entradas, hay que destinar los recursos a generar valor en ese sentido, y esto se logra a través de la investigación, de la innovación y del desarrollo. Básicamente es la base para que las empresas se motiven, el poder diferenciarse y el sofisticar sus productos”, aconseja la subgerente de Negocios de CeTA.
En el caso de CeTA, Bustos explica que cuentan con todo el equipamiento para entregar servicios de prototipaje, pilotaje y escalamiento, llevando a la práctica todo el desarrollo que una empresa pueda estar trabajando en una escala más bien teórica. “Se puede alcanzar un nivel semiindustrial de pilotaje con nosotros y eso corresponde justo a la etapa antes de que empiece la actividad comercial de un producto. La Ley I+D tiene precisamente esa estructura, cubriendo todo el desarrollo de un nuevo producto, un nuevo proceso o una mejora sustancial, pero antes de que empiece su etapa comercial”, destaca.
De esta forma, pequeñas y medianas empresas que no siempre cuentan con los instrumentos para realizar la investigación necesaria pueden encontrar en CeTA estos servicios y optar a los beneficios que ofrece la Ley I+D. Además, aparte de la experiencia con la que ya cuenta esta corporación, CeTA tiene como socios estratégicos a prestigiosas casas de estudio, como la Universidad de Chile, la Pontificia Universidad Católica, la Universidad de Talca y la Universidad de La Frontera, además de la Fundación Chile y la Fundación Fraunhofer. Junto a ellos, en abril próximo inaugurará la tercera planta de CeTA, ubicada en Laguna Carén, la que contará con tecnología de vanguardia justamente en el área de pilotaje y prototipaje para la industria de alimentos, sumándose al Centro Zona Norte y Centro Zona Sur que ya operan en regiones.
Equipo Prensa
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