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Los fenómenos como la pandemia, la invasión que desató el conflicto entre Rusia y Ucrania, sumado a la ralentización de la economía global y un fenómeno de estancamiento que alcanza a las economías líderes, son algunas de las claves que los analistas detectan para analizar el proceso de “desglobalización” donde los avances que una vez fueron la base del desarrollo ahora retroceden.

 

Santiago de Chile, 14 de noviembre de 2022

 

Según un grupo de expertos, el proceso de la globalización estaría en retroceso. Algunos hechos que les permiten sustentar esta teoría, se relacionan con un estado de incertidumbre casi permanente en el mundo, además del desgaste de la cooperación internacional. Un claro ejemplo corresponde al estallido de un conflicto bélico entre Rusia y Ucrania cuando el mundo creía que sería imposible volver a vivir una guerra en la actualidad.

 

Un ejemplo de estos procesos se reflejó en la diferencia entre exportaciones e importaciones, en porcentaje del PIB, que desde el año 2008 cuando registró su punto máximo a nivel mundial, lentamente está decreciendo provocada por las crisis financieras. Sin embargo, este fenómeno se manifestó a ritmos particulares según los países, por ejemplo, China alcanzó su peak en 2006, mientras que Japón lo hizo en 2014 o Estados Unidos que alcanzó el máximo en 2011. Por su parte, el bloque de la Unión Europea aparece estancado en torno al 30%.

 

Detrás de estas tendencias se encuentra una multitud de explicaciones. Por ejemplo, existen grupos que valoran la reducción de la pobreza y la desigualdad internacional por causa de la globalización, pero reclaman que tales avances significan un aumento de la desigualdad interna.

 

Pobreza y desigualdad: dos dimensiones que ya no siguen los patrones globales

La reducción de la pobreza a nivel mundial es un fenómeno generalizado y dinámico que se adapta conforme a las coyunturas de los distintos países. Aquello que comenzó concentrada en las regiones asiáticas desde 1990, luego se ha desplazado para llegar a Asia Meridional en la década del 2000 y finalmente asentarse en África Subsahariana durante los últimos años. Cabe destacar que incluso en Etiopía, ya se redujo la pobreza en un 50% durante una generación.

 

Y en cuanto a la desigualdad, según el Índice de Gini entre 1990 y 2021 no se registra un crecimiento sistemático salvo el aumento evidente que registran algunos países como China, India, EE. UU, España o Italia. Sin embargo, en otros la desigualdad se ha mantenido estable y la variación está sujeta más al contexto local que a cambios globales, tal es el caso de Francia o el Reino Unido.

 

 

 

 

Sin embargo, la ralentización del comercio no se manifiesta exclusivamente en los balances entre la desigualdad interna o externa, o con la reducción de la pobreza. Por otro lado, la evolución interna de cada país implica un crecimiento del comercio que luego se estabiliza, por ejemplo, como ocurre en China donde su comercio se ha normalizado en relación con su tamaño, con una mayor producción de valor añadido, etc. Y el efecto de los precios reflejado en la disminución constante del precio de los productos básicos e industriales, desde 2008 en adelante, en el mundo.

 

Además, este panorama se corresponde con el comercio del siglo pasado, centrado en los bienes y que no ha dejado de crecer. Sin embargo, en la actualidad deberíamos prestar atención al comercio de los servicios, por ejemplo, los servicios digitales han crecido once veces más entre las últimas dos décadas desde 1990.

 

Y para atribuir más fuerza al concepto “desglobalización”, el movimiento antiglobalizador también ha logrado posicionar este debate durante los últimos años. Uno de los principales aportes de este grupo se relaciona con la exigencia por mayor transparencia en los acuerdos comerciales.

 

Los frenos de la globalización en el presente

 

Por último, hay dos golpes que afectaron de forma drástica a la globalización en los Estados democráticos en el presente: la pandemia del COVID-19 que exacerbó la interdependencia de los países con menos recursos respecto de las naciones donde había una mayor concentración de medicamentos y herramientas para el testeo; y, por otro lado, la invasión de Ucrania que ilustró la fragilidad del comercio y la dependencia económica.

 

Según los analistas, en este panorama resulta apropiado hablar de «autonomía estratégica» que sería una justificación para demostrar la relocalización generalizada (reshoring) de las cadenas de suministro, o bien, la relocalización en torno a países aliados (friendshoring).

 

Por lo mismo, hacia el futuro no parecería sostenible una idea de desglobalización integral, aunque sí se proyecta una intensificación del fenómeno de la relocalización de las cadenas de suministro, un proceso que no es nuevo pero que resulta muy sensible al cambio. Y también resulta probable que este proceso se ajuste a un contexto de un fuerte crecimiento de los servicios, especialmente en el espacio digital, donde la única brecha que separa a los países es la regulación.

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Equipo Prensa
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