Estas estarían buscando con mayor frecuencia aplicar un diseño centrado en las necesidades y en la experiencia de los empleados en los programas de bienestar.

El año 2021 desplazó al 2020 (el máximo histórico anterior), como el más estresante de los últimos tiempos, alcanzando un nuevo récord: un 41% de los adultos en el mundo declaró que experimentaron mucho estrés, según cifras de Global Emotions Report 2022 de Gallup, producto de la crisis económica, el miedo a contagiarse, los cambios sociales, políticos, y en el entorno laboral.

Esto, sin duda, detonó cambios en los trabajadores: 8 de cada 10 en Latinoamérica no disfrutan de su trabajo. Así lo señala el mismo reporte. De igual manera, más del 60% declara que su vida personal es más importante que su trabajo; mientras que un 68% prioriza pasar más tiempo con la familia tras la pandemia, y un 41% privilegia la flexibilidad laboral, según la Encuesta Workmonitor 2022, Randstad.

Los empleadores coinciden en identificar el estrés y la salud mental como los principales problemas de bienestar de las personas, según el estudio de Willis Towers Watson, publicado en marzo y abril 2021.

“La evidencia es clara: los trabajadores y trabajadoras del mundo se sienten aún más estresados que en 2020. El bienestar emocional se promoverá identificando y gestionando el estrés y los problemas de salud conductual en la fuerza laboral”, enfatiza la directora académica del diplomado en Gestión del Cambio para la Excelencia Organizacional de la unidad de Educación Ejecutiva (UEjecutivos) de la FEN U. de Chile, Rosa Osorio.

Programas de bienestar

Para promover una cultura del bienestar, se debe poner énfasis en evaluar el entorno laboral y los programas de salud y bienestar, para alinearlos con la cultura de la organización, explica Osorio.

Como antecedente, en la actualidad un 44% de las empresas en Chile se encuentra en una primera etapa de implementación, ofreciendo diversas actividades o beneficios, pero no articulados dentro de una estrategia de bienestar y calidad de vida, según lo indica el estudio de Willis Towers Walton.

Por ello, se hace necesario avanzar hacia la definición de una estrategia con metas definidas para cada programa, pues durante los próximos tres años, el estrés y la salud mental serán prioritarios. Las organizaciones, pondrán el foco el bienestar emocional (99%), al bienestar físico (92%), el bienestar social (80%) y en cuarto lugar, el bienestar financiero (70%), afirma el estudio de Willis Towers Watson.

Respecto al bienestar emocional, la académica plantea que “tener una estrategia o plan de acción de salud mental para toda la organización será una prioridad, así como también rediseñar los Programas de Asistencia a los Empleados (PAE), para abordar mejor el bienestar emocional de los trabajadores y trabajadoras y sus dependientes”.

Aunque con menos importancia que antes, el bienestar físico, que implica identificar y gestionar eficazmente los riesgos para la salud de los trabajadores y las enfermedades crónicas en la población activa, seguirá presente en los planes de bienestar.

“Gran parte de las empresas que aún no lo entregan, buscarán ofrecer evaluaciones de riesgos para la salud, chequeos preventivos y/o exámenes biométricos, y patrocinarán programas que se dirijan a casos específicos o enfermedades crónicas, como pueden ser programas para la maternidad, obesidad, diabetes y similares”.

Osorio asegura que el bienestar social, vinculado a la participación en temas de salud entre los empleados, las familias y la comunidad, también debe ser un pilar de los programas a diseñar e implementar.

“Para incrementar la participación de los colaboradores, las empresas están recurriendo a diversas estrategias que les permita incrementar el éxito de sus programas, desde la entrega de soluciones en modalidad virtual hasta la entrega de incentivos, aunque esto último en menor medida”, sostiene.

Otra de las tendencias importantes en este ámbito es la inclusión. En los próximos tres años, el mismo reporte revela que un 33% de las organizaciones estarán concentradas en incorporar la inclusión y diversidad en los planes de bienestar y como prioridad en el diseño de sus programas de beneficios.

En Chile, más de un 60% de las organizaciones cuenta con políticas y objetivos de inclusión y diversidad. Sin embargo, un 26% de ellas planea revisarlas o desarrollarlas, explica Osorio.

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