Danilo Naranjo, presidente ejecutivo de Wingsoft
Hace solo unos años, la inteligencia artificial (IA) era un lujo reservado para grandes corporaciones y centros de investigación con presupuestos millonarios. Hoy, con la irrupción de modelos de código abierto y soluciones de bajo costo, como las ofrecidas por DeepSeek, el escenario está cambiando drásticamente. La IA se está convirtiendo en un commodity, accesible y democratizada, con un potencial transformador en ámbitos cruciales como la educación.
Lo cierto es que, durante mucho tiempo, las grandes compañías tecnológicas como OpenAI, Anthropic o Google DeepMind han liderado el desarrollo de modelos avanzados de IA, pero con una fuerte barrera de entrada: el costo. Porque se sabe que usar modelos como GPT-4 o Claude en aplicaciones de aprendizaje personalizado implica gastos que muchas instituciones educativas, especialmente en países en desarrollo, simplemente no pueden costear.
El surgimiento de alternativas como DeepSeek, junto con iniciativas de código abierto, como Mistral o Meta con Llama, han cambiado las reglas del juego. Estas nuevas plataformas ofrecen modelos potentes a costos significativamente más bajos o, incluso, gratuitos, permitiendo que cualquier escuela, universidad o startup educativa pueda integrar IA en sus metodologías de enseñanza sin depender de los grandes monopolios tecnológicos.
Imaginemos un sistema en el que cada estudiante, sin importar su contexto socioeconómico, tenga acceso a un tutor personalizado impulsado por IA, adaptado a su ritmo de aprendizaje, sus intereses y sus necesidades específicas. Esta IA no solo respondería preguntas o generaría contenido, sino que actuaría como un mentor cognitivo, diseñando trayectorias educativas únicas y optimizando el aprendizaje en tiempo real.
Este nivel de personalización ha sido históricamente un privilegio de quienes pueden costear educación privada de alto nivel. Con la IA, como commodity, este tipo de aprendizaje se democratiza y se vuelve accesible para todos, desde un estudiante en una zona rural hasta un niño en una ciudad cosmopolita.
Uno de los mayores riesgos de la IA centralizada y costosa es que perpetúa la brecha entre quienes pueden consumir conocimiento y quienes pueden crear con conocimiento. La educación del futuro no puede limitarse a que los estudiantes sean meros usuarios pasivos de herramientas de IA. Deben ser constructores de nuevas soluciones.
Más allá de la tecnología: una revolución pedagógica
El verdadero cambio no está solo en el acceso a la IA, sino en cómo la utilizamos para repensar la educación. De lo estandarizado a lo personalizado; del aula cerrada a la educación ubicua; de la memorización al pensamiento crítico.
Y si bien existe optimismo hay desafíos que no podemos ignorar. La IA, como commodity, abre enormes oportunidades, aunque existe el riesgo de una nueva brecha: la diferencia entre quienes saben cómo usar y adaptar estas tecnologías y quienes simplemente las consumen de manera pasiva. La clave para evitar esta problemática es integrar la alfabetización en IA dentro del currículo educativo. No basta con entregar herramientas accesibles. Hay que enseñar cómo funcionan, cómo mejorarlas y cómo usarlas de manera ética y responsable.
Está claro que lo que hagamos hoy con estas herramientas determinará si la IA será solo una nueva tecnología más en el sistema educativo o el catalizador de una de las mayores revoluciones del conocimiento en la historia de la humanidad.
Equipo Prensa
Portal Innova