Por Jorge Hidalgo, editor general de Electrominería.

Chile es reconocido mundialmente como una potencia minera. Sin embargo, la manera en que se entiende y planifica el desarrollo del sector no siempre refleja su diversidad regional ni sus múltiples escalas productivas. El reciente estudio del Centro de Estudios y Documentación Mineros de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) propuso un nuevo enfoque para abordar este desafío: la creación de distritos productivos mineros.

Un distrito minero es una unidad territorial que agrupa actividades productivas con base en factores como cercanía geográfica, volumen de producción, empleo generado, infraestructura disponible, inversión proyectada y presencia de pequeña minería. A diferencia de las divisiones político-administrativas tradicionales, los distritos reflejan las dinámicas reales del territorio minero y permiten identificar necesidades específicas en cada zona.

Este enfoque busca superar las generalizaciones que históricamente han agrupado de forma simplificada la minería chilena en «gran», «mediana» o «pequeña», sin considerar las particularidades de cada región o provincia. Así, se abren nuevas posibilidades para diseñar políticas públicas más focalizadas, eficientes y descentralizadas.

El estudio también revela un cambio profundo en la forma en que opera la industria: el paso desde un modelo de integración vertical, donde grandes compañías concentraban toda la cadena de valor, hacia uno de colaboración horizontal. En este nuevo paradigma, grandes, medianas y pequeñas empresas —junto con proveedores locales y actores institucionales— forman ecosistemas productivos dinámicos.

Esta transformación promueve la especialización, la innovación tecnológica y el fortalecimiento de capacidades regionales. Hoy, cuatro de cada cinco trabajadores de la gran minería en Chile son contratistas, lo que evidencia la creciente interdependencia entre distintos actores del sector.

Para identificar los distritos mineros, el gremio aplicó herramientas de análisis espacial y algoritmos de agrupación (clusterización), utilizando variables como producción, empleo, infraestructura habilitante, cartera de inversiones mineras y presencia de faenas de pequeña minería. Los datos fueron organizados sobre una grilla territorial hexagonal y procesados mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG), permitiendo definir 14 distritos con distintos niveles de desarrollo, desde Tarapacá hasta O’Higgins.

Los distritos mineros no solo representan una nueva forma de entender la minería chilena, sino también una oportunidad concreta para descentralizar la toma de decisiones, diversificar las economías regionales y fortalecer la competitividad del país. Como concluye el estudio de Sonami, avanzar hacia una minería más colaborativa, territorial y sostenible es clave para asegurar su impacto positivo en las próximas décadas.

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