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De acuerdo al último Termómetro Laboral Sence, en nuestro país el grupo más afectado son los jóvenes de 15 a 29 años, con 136 mil ocupados menos, en comparación al trimestre móvil del año anterior. Este dato, que representa la realidad de muchos jóvenes que están buscando una oportunidad en el mundo laboral y que se encuentran con barreras que dificultan el acceso al primer empleo (y al inicio del desarrollo profesional), nos invita a repensar algunas cuestiones.

En primera instancia, debemos entender que los jóvenes que hoy buscan un empleo y no logran dar con él, son los líderes que mañana no tendremos. Bajo esta concepción, es preciso invertir en el capital humano desde temprana edad y esto incluye la generación de empleo para este segmento; pero no es todo. La clave será el trabajo mancomunado de todos los actores intervinientes de la sociedad como el sector público y privado, la sociedad civil y las ONGs.

En lo que respecta al Estado, será necesario seguir trabajando en la generación de políticas públicas que promuevan el empleo a toda escala y de programas específicos que incentiven la contratación de personal joven. También, la mejora constante del sistema educativo y de salud para promover el conocimiento y pensamiento crítico, junto con el bienestar emocional y físico de las personas. Por su parte, el sector privado será una pieza clave en la generación de oportunidades que atraigan e interpelen a los más jóvenes.

Saber que actualmente los jóvenes de 15 a 29 años presentan una tasa de ocupación de 2 puntos porcentuales menos que la del trimestre pre pandemia, es un dato que nos interpela a todos como sociedad.

Las organizaciones que operamos en el país debemos replantearnos seriamente nuestro rol y la responsabilidad que tenemos, como parte de la sociedad, en la generación de espacios que abran las puertas al talento. Por eso, el desarrollo de acciones que se traduzcan en oportunidades reales debe ser el propósito a seguir, si lo que se desea es promover mayor equidad.

Toda persona tiene derecho a desarrollarse profesionalmente. De allí, la necesidad de romper con las barreras que hacen difícil el ingreso de los jóvenes al mundo laboral, y de comprometerse con la creación de ambientes laborales en los que se valoren los atributos que cada empleado tiene y se incentive el desarrollo profesional con planes de carrera, capacitaciones constantes y programas de mentoring, entre otros.

Afortunadamente el mundo está cambiando, y las organizaciones también. Hoy en día las compañías, sobre todo aquellas comprometidas con el crecimiento del país y el desarrollo de sus recursos humanos, están poniendo el foco en la atracción de talentos con “habilidades blandas”. Esto representa una oportunidad para los jóvenes, no solamente porque muchas de estas  competencias les son innatas, sino porque la valoración de este tipo de habilidades invita a la contratación de personas que, aún sin experiencia laboral en el rubro o formación académica vinculada con la industria en cuestión, pueden generar un valor agregado.

Estas habilidades están vinculadas con la capacidad de escucha activa y de generar una comunicación más fluida y emocionalmente inteligente; particularmente, ante los escenarios tan cambiantes que vivimos, las organizaciones buscan perfiles con una rápida capacidad de aprendizaje. Se trata de competencias personales que pueden desplegarse en cualquier campo en el que las personas se desempeñen y que colaboran en el proceso de interacción con otros.

Lógicamente, la selección de los perfiles dependerá de una serie de variables y de la naturaleza de cada compañía; pero aquellas que abogan por la creación de espacios de trabajo inclusivos y estables que fomenten el desarrollo profesional, encontrarán en el talento joven un gran diferencial. Además, permite a las organizaciones colaborar activamente para que el índice de desocupación laboral juvenil se reduzca y así promover la inclusión de este segmento.

El talento joven resulta ser entusiasta y bien predispuesto a aprender. Este deseo de aprender es lo que impulsa el compromiso e involucramiento con el propósito de la organización. El talento joven valora los espacios de apertura mental y la cultura del trabajo orientada al servicio, como así también el foco en el bienestar. Los jóvenes tienen una visión distinta que puede resultar muy enriquecedora, por lo que las compañías socialmente comprometidas con la diversidad y equidad destinan tiempo y recursos para interpelarlos y para generar oportunidades de trabajo que les permitan crecer.

Comprender la problemática del desempleo juvenil y fomentar una política interna de atracción de talentos diversos supone una mirada del negocio integradora e innovadora. Mientras que en nuestro país el desempleo de esta franja etaria está bajo lo esperado, el auge de la tecnología y las nuevas tendencias parecen querer indicarnos que la contratación y desarrollo de los jóvenes es el camino correcto para dar respuesta a los nuevos requerimientos de los consumidores y clientes. Esta paradoja nos invita a seguir reflexionando sobre las mejores formas de promover el crecimiento de las industrias en un mundo que ha cambiado y Chile no es la excepción.

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Equipo Prensa
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