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Las empresas de todo el mundo informan sus resultados financieros de forma anual de acuerdo con las regulaciones locales, pero en los últimos años -y de manera creciente- han ido incorporando información no financiera respondiendo a inversores y otras partes interesadas. Hoy es un hecho que sólo la información financiera no es suficiente, y la sostenibilidad se está transformando en un elemento decisivo a la hora de analizar las empresas y sus resultados.

El panorama en materia de reportes de sostenibilidad para las empresas, sin importar su ubicación, industria o tamaño, es complejo y está en continuo cambio. Ejemplo de ello es el reciente lanzamiento de las nuevas Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) por el International Sustainability Standards Board (ISSB):

 

  • NIIF S1: requisitos generales para la revelación de información financiera relacionada con la sostenibilidad.
  • NIIF S2: información a revelar relacionada con el clima.

 

La expectativa es que los primeros reportes bajo estas normas sean voluntariamente publicados recién para 2025. Pero esto es solo la punta del iceberg de lo que se proyecta en materia normativa, el cual impulsa un nuevo nivel y lenguaje común en la divulgación de información no financiera que revele el enfoque de riesgos y oportunidades de sostenibilidad vinculada directamente con la estrategia y el impacto financiero en el negocio, y que entregue respuesta a: ¿Cómo la empresa está abordando o mitigando los impactos negativos de su operación?; ¿Cómo se están gestionando los riesgos y oportunidades de sostenibilidad y cambio climático?; ¿Cuáles son los objetivos de sostenibilidad y cómo se están midiendo?, entre otros.

Las nuevas regulaciones desafían e impactan la preparación y la elaboración de los Informes Anuales Integrados de las compañías. En Chile, el panorama cambió drásticamente con la entrada en vigor de la Norma de Carácter General (NCG) N°461, que establece exigencias de información para empresas supervisadas por la Comisión de Mercado Financiero (CMF), acerca de su Gobierno Corporativo y las políticas, prácticas y metas adoptadas en materia Medioambiental y Social.

 

¿Cómo pueden las empresas chilenas cumplir con las nuevas exigencias y estándares?

Las empresas deben comenzar entendiendo a la sostenibilidad y su divulgación como una parte integral de la estrategia de negocio y con perspectiva de largo plazo, y no como una gestión aislada a cargo del responsable de sostenibilidad o del área que prepara la información.

En este sentido, “la sostenibilidad no es un departamento que trabaje de forma independiente o solitaria dentro de una organización. Debe servir para ‘organizar la casa desde adentro’ y orientar las acciones (financieras y no financieras) que la empresa diseña y ejecuta para responder a las expectativas de sus grupos de interés”, explicó Paola Piña, Partner, Head of ESG de RSM Chile.

Medir el impacto social y medioambiental de las operaciones de una empresa es parte del viaje y requiere una inversión significativa de conocimiento experto y apoyo técnico. El objetivo es que, desde la primera medición que establece una línea base, los proyectos se estructuren y evalúen con un enfoque de sostenibilidad en el que se tengan en cuenta los compromisos establecidos, respondiendo de forma rentable para el negocio, responsable con el medio ambiente y ponderando la mitigación de impactos.

La comunicación y relacionamiento con los grupos de interés debe ser un pilar en la estrategia de sostenibilidad que permita transmitir estos compromisos y avances a través de planes de comunicación externa e interna, de divulgación y reporte (Informes Anuales Integrados o reportes temáticos, como “Informes de Cambio climático”. “Huella de Carbono”, “Huella Hídrica” o “Tax Footprint”).

En este sentido, los esfuerzos de sostenibilidad deben buscar mejoras incrementales. “Las empresas no deben enfocarse en el corto plazo, sino objetivos de desarrollo sostenible de largo plazo que guíen el negocio. Todos los años se deben evaluar los avances y desafíos emergentes, identificar qué ajustar, qué controles, procesos y estrategias integrar y mejorar, cuáles espacios de colaboración con otros actores desarrollar, entre otros esfuerzos”, agregó Piña.

Si bien hoy las exigencias regulatorias, la mirada sectorial y la de los inversores se centran en las grandes empresas que cotizan en bolsa,  la incorporación de información no financiera asociada con la sostenibilidad tiene un «efecto cascada» que conducirá a las empresas más pequeñas a incorporar estos aspectos en su accionar, ya que aquellos con prácticas más responsables en lo social y medioambiental tendrán una ventaja para ser proveedores de grandes compañías preocupadas por mejorar su desempeño sostenible.

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Equipo Prensa
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