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Hace unos días, mientras esperaba a un amigo que hacía un trámite, vi pasar un auto que se manejaba solo. El conductor estaba mirando el celular y el auto, al pasar frente a mí, frenó en un ceda el paso y luego se cambió de pista. Todo sin que el piloto levantara la vista. La imagen fue increíble. Pensé: finalmente llegamos a la era de los supersónicos.

Pero a los pocos minutos me di cuenta de que en verdad nos falta harto. La persona que esperaba me envió un mensaje pidiéndome mil disculpas y contándome que no podría llegar porque estaba en una fila inmensa y en un trámite urgente. Estaba mandando dinero a Colombia.

Resulta que, aun cuando el dinero casi ya no tiene forma física y está hecho de 0s y 1s en una base de datos, enviar plata de un país a otro, por las alternativas tradicionales, es, o un proceso digital brutalmente caro, o un proceso físico y bastante caro de todos modos.

Esto sucede porque, económicamente hablando, vivimos conectados por intranets, no Internet. En Chile funcionamos con la intranet del peso chileno, que anda relativamente bien, pero sólo sirve dentro de nuestra frontera. En Colombia operan con la intranet del peso colombiano. Un poco más atrasada que la nuestra, pero la única que sirve, por ley.

De hecho, todos los países del mundo operan con intranets. Hay unas más populares, como el dólar que incluso sirve para pasar de una intranet a otra, pero en esencia todas son redes locales a las que, incluso, sólo puedes acceder siendo cliente de una institución financiera privada.

Así es. Para acceder a la versión digital del peso chileno, la única que realmente sirve, porque prácticamente nadie usa billetes, debes ser cliente de una entidad privada; un banco. Es imposible acceder al peso pseudo-digital sin ser cliente de un banco. Y acá es donde recae el problema.

Verás, para que sea posible enviar dinero de un país a otro tan rápido y económico como mandar un email, la industria financiera tiene que innovar. Y para innovar tiene que dejar de hacer lo que ha hecho durante décadas y experimentar con soluciones nuevas. Pero éstas   requieren invertir y tomar riesgos. ¿Por qué hacerlo si mi negocio es extraordinariamente rentable y la gente está condenada a ser mi cliente porque “así funciona el mercado”?

Hoy no existen incentivos económicos para que la industria financiera innove al punto en que interactuar económicamente sea tan simple como conversar por WhatsApp. O eso creían.

La industria de capital de riesgo que más crece en el mundo es la industria Fintech (financial technologies, por sus siglas en inglés), y ésta sólo está cubriendo la brecha tecnológica que provocó que yo perdiera mi reunión. Según The Economist, las empresas Fintech han triplicado la cantidad que levantaban, a nivel de financiamiento, en 2 años. Hoy Nubank, un neobanco brasilero fundado el 2013, es el banco más grande de Brasil, y si Coinbase, una empresa de criptomonedas que salió a la bolsa a mediados del 2021, fuera un banco, sería el 13avo banco más grande de EEUU, de más de 250.

La industria Fintech sólo está cubriendo la profunda brecha que creó la falta de competencia de la industria bancaria, y Bitcoin es el golpe final. Es el internet del dinero. Bitcoin es la tecnología que nos permitirá interactuar económicamente como interactuamos por email: 24/7, instantáneo y prácticamente gratis.

Hace 12 años no existía y hoy es la 15va moneda más grande del mundo. ¿Cómo será la industria financiera que se construya sobre el internet del dinero?

 

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Equipo Prensa
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