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Un nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo concluye que los países de América Latina y el Caribe deben priorizar la reducción de la deuda a niveles prudentes para impulsar el crecimiento económico, favorecer la inversión productiva y reducir el riesgo de una crisis de endeudamiento.

 

Según el informe, la deuda total de América Latina y el Caribe se elevó a unos US$5,8 billones, o el 117% del PIB, desde menos de US$3 billones en 2008.

  • Para las cinco mayores economías de la región, la deuda es aún más elevada: 140% del PIB.
  • La deuda pública de la región creció de 58% en 2019 a 72% en 2020 debido a paquetes fiscales relacionados con el COVID, menores ingresos y una recesión.
  • Los gobiernos de la región deberían reducir la deuda pública desde un promedio de 70% a un rango de entre 46% y 55% del PIB. Este rango debería variar por país.

 

Los altos niveles de endeudamiento pueden obstaculizar el desarrollo, ya que impulsan a los inversores a exigir mayores rendimientos, desplazando las inversiones privadas y obligando a los gobiernos a desviar recursos escasos para pagar intereses, en lugar de invertir en infraestructura y servicios públicos. Esta situación se ve agravada por el actual contexto global.

 

CINCO RECOMENDACIONES PARA LOS RESPONSABLES DE LA FORMULACIÓN DE POLÍTICAS

Para llevar la deuda a niveles prudentes y promuevan su sostenibilidad, el estudio recomienda:

 

  1. Mejorar las instituciones fiscales

Los países deberían depender menos de políticas fiscales discrecionales y más de estabilizadores automáticos, mejor planificación fiscal a mediano plazo, evaluaciones independientes de los impactos de las diferentes medidas y buenas comunicaciones. Esto reduciría el riesgo y las tasas de interés, al tiempo que ayudaría a la región a enfrentar los actuales niveles de endeudamiento y transitar la transición hacia una deuda más baja.

  • Instituciones fiscales más sólidas, como las reglas fiscales y los consejos fiscales, pueden ayudar a los gobiernos a conseguir la disciplina fiscal e implementar políticas creíbles que reduzcan la percepción de riesgo para los inversores y los costos de endeudamiento para los gobiernos y las empresas.
  • Las instituciones fiscales más sólidas pueden alentar a los gobiernos a dejar de gastar en exceso en los buenos tiempos y crear un colchón para hacer frente a los malos tiempos.
  • Las reglas fiscales ayudan a los gobiernos a fijar metas numéricas para los agregados presupuestarios y macroeconómicos en forma transparente, de modo que se tornen responsables de esos resultados.
  • Los ingredientes de unas normas fiscales efectivas incluyen fundamentos jurídicos sólidos, mecanismos de cumplimiento creíbles, flexibilidad para hacer frente a los shocks, y cláusulas de salida bien definidas.
  • Los consejos fiscales independientes también son cruciales para la efectividad de las reglas fiscales y para la promoción de políticas responsables, ya que permiten supervisar y monitorear la implementación de dichas reglas.
  1. Promover la consolidación fiscal más allá de los planes actuales

Los programas de política bien diseñados pueden aumentar la eficiencia y, a la vez, favorecer a los sectores más postergados, ofreciendo espacios para la inversión pública, impulsando el crecimiento y permitiendo mejores respuestas a futuras crisis.

  • Estimamos que, en promedio, la región necesitaría hacer un esfuerzo fiscal adicional de alrededor de 1,4% del PIB al año para alcanzar esos niveles prudentes de endeudamiento.
  • La mejor manera de reducir la deuda es mediante un mayor crecimiento, combinado con gasto público eficiente e ingresos públicos adecuados y recaudados de manera tal que no sacrifiquen el crecimiento.
  • En general, los países, especialmente aquellos con altos niveles de gasto e impuestos como porcentaje del PIB, deberían enfocarse en mejorar la eficiencia, tanto de la recaudación de ingresos, como del gasto.
  • En los países donde la recaudación y el gasto representan un porcentaje menor del ingreso nacional, ampliar la base tributaria y aumentar los ingresos del sector público podría generar una mayor inversión pública con impactos beneficiosos sobre el crecimiento.

 

  1. Enfocarse nuevamente en mejorar la gestión de la deuda

Los países deberían tratar de profundizar los mercados locales de capital y aprovechar al máximo los productos que ofrecen los bancos multilaterales de desarrollo. También deberían asegurarse de que las oficinas de gestión de la deuda cuenten con suficiente personal y tengan cierto grado de autonomía para hacer planes a mediano plazo, pero que también coordinen estrechamente con las funciones de planificación fiscal.

  • Más de la mitad de los países de la región enfrentan un servicio de la deuda mayor a 2,5% del PIB, y una cuarta parte de ellos mayor a 5%, un nivel similar al gasto en educación.

 

  1. Considerar cuidadosamente la mejor manera de ayudar a las empresas privadas

Durante la pandemia muchas empresas sobrevivieron merced a programas algo indiscriminados que dieron acceso al crédito. Lo que la región necesita ahora es asistencia bien orientada a aquellas empresas prometedoras que realmente la necesiten, y que utilice un conjunto más amplio de instrumentos financieros.

  • En general, los sectores bancarios nacionales de la región se han expandido, y una cuarta parte de los países tienen un crédito interno de al menos 100% del PIB. Sin embargo, para otra cuarta para de los países, el crédito es inferior a 50% del PIB. El acceso sigue siendo escaso, especialmente para los hogares, las pymes y las empresas dirigidas por mujeres.
  • Según las estimaciones, existe una brecha de US$1,8 billones entre demanda y oferta de fondos disponibles para las pymes en la región.
  • Los niveles generales de endeudamiento de los hogares de la región siguen siendo relativamente bajos respecto de los estándares internacionales. La deuda de los hogares de la región es de 22% del PIB en promedio, mucho más baja que la de otras economías emergentes (35%) y la de los países desarrollados (77%).
  • Los gobiernos deben continuar con sus esfuerzos por mejorar el acceso al crédito, tanto para los hogares, como para las pymes.

 

  1. Crear un foro regional para discutir temas relacionados con la deuda y su reestructuración

Dicho foro complementaría la arquitectura financiera internacional existente, aprovecharía el tremendo conocimiento e innovación de la región con respecto a los procesos de reestructuración de la deuda, y promovería el debate sobre la mejor manera de vincular los desafíos climáticos y de deuda para los países.

 

Más información: Andrés Cavelier, acavelier@iadb.org

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Equipo Prensa
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